Que en español viene a decir algo así como «Siete consejos útiles para aumentar la confianza en uno mismo»
Aunque parece que el otoño este año se muestra sutil, caprichoso y perezoso por llegar, la realidad es que el tiempo pasa y el curso avanza…
Se percibe en el ambiente del instituto que ya han comenzado los exámenes y, con ellos, las manifestaciones -más o menos «expresivas y expresas»- de los sentimientos que nos acompañan en estas ocasiones. En mi opinión, el peor de ellos es la falta de confianza en uno mismo y, con una amplia variabilidad sintomática, esta paralizante sensación podría titular todas las sensaciones inquietantes que experimentáis estos días .
Es imprescindible en la vida un mínimo de seguridad en uno mismo, de autoconfianza, de sensación interna de que se es capaz de lo que sea aquello a lo que nos enfrentamos, en este caso, los exámenes de la Primera Evaluación.
He encontrado estas recomendaciones que aquí os dejo con el deseo de que os ayuden.
Ni que decir tiene que no sólo «valen» para los exámenes ;-)
1. Ante el primer síntoma de desconfianza, pregúntate a ti mismo, “¿Qué es lo peor que me podría pasar?”. Muy a menudo otorgamos excesiva importancia a los potenciales problemas que pueden surgir si intentamos algo. ¿Porqué no usar toda nuestra energía en lograr nuestras metas, en lugar de gastarlas preocupándonos de lo que podría ocurrir? ¡¡Actúa sin miedo!! Minimiza riesgos, vale, pero que el miedo no te detenga.
2. Si estás asustado porque vas a hacer algo por primera vez… ¡sencillo! imagina que ya lo has hecho en el pasado. Cierra tus ojos, e imagínate entonces a ti mismo, y de la forma mas realista posible (pon tus cinco sentidos en ello), culminando con éxito lo que ahora vas a hacer por primera vez. La mente realmente no sabe diferenciar entre algo imaginado con mucho detalle, de algo real. Lo confunde. Habrás superado el miedo a la primera vez.
3. Viaja al futuro y, desde allí, pregúntate si a lo que te enfrentas es algo tan importante como ahora te parece. Este ejercicio puede ser un poco morboso, pero funciona a la perfección. Imagínate a ti mismo en tu lecho de muerte, haciendo recuento de lo que ha sido tu vida. Te rodean tu familia y amigos. Estás revisando los momentos maá significativos de tu existencia. ¿Realmente crees que a lo que ahora haces frente va a aparecer en ese repaso? Eso es altamente improbable. Viendo las cosas con la perspectiva adecuada nos damos cuenta de la importancia que realmente tienen. Al ponerlas en su sitio, el miedo -el respeto- que nos da, desaparece.
4. Anula a la molesta y negativa vocecilla interna que te dicta cómo actuar. Ese «Pepito Grillo» puede detener a cualquiera. Para desarmarlo imagina el mando a distancia de tu tele… y simplemente baja el sonido o… pulsa el apagar. O… ¿por qué no tratas de cambiar esa voz por la de Pikachu (ver puntos de esfuerzo Pokemon)? El truco para desmontarla es alterar la forma en la que te afecta. Si es tu propia voz la que te insta a detenerte, lo consigue. Si es otra, te hará reír -sonreír- y continuarás adelante.
5. Piensa en el “como sería si…”. Este truco es realmente bueno. Ante una situación concreta, ¿Si tuvieras confianza, como actuarías? ¿como te moverías? ¿como hablarías? ¿en que pensarías? ¿que cosas te dirías a ti mismo? Preguntándote estas cuestiones, éstas, literalmente, forzándote a imaginarte en un estado de confianza… ya lo único que tienes que hacer es “actuar” en función a las respuestas que des. Poco a poco irás olvidando que estás actuando, y se convertirá en un hábito automático.
6. Encuentra a alguien que ya demuestra confianza en ese área, e imítalo. Toma como modelo su comportamiento, su actitud, sus valores, sus creencias… y aplícalo, de la forma que puedas, en el contexto que tú necesitas. ¿Cómo hacer esto? Si tienes la posibilidad habla con él, y si no, pues trata de acercarte, y de observarlo lo más que puedas. Aprende de él.
7. Recuerda: pierdes el 100% de las oportunidades que no intentas. Para conseguir lo que quieres, debes actuar. A veces lo que nos inmoviliza es el pensar que vamos a molestar… que estamos en un entorno hostil. Por ejemplo, necesitamos preguntar por algo, pero preferimos no hacerlo y dejarlo pasar. Cambia el chip. Debes creer que la gente realmente está ansiosa por ayudarte. Puede que esto no sea del todo cierto en el Mundo Real… pero tener esta mentalidad es algo muy útil. Si no lo consigues a la primera, pregunta a cuantas personas sean necesarias para obtener lo que buscas. Al final casi siempre lo conseguirás. De hecho la mayoría de la gente está encantada en poder ayudar a otros. Extrapólalo a otros ámbitos: cree ciegamente que te mueves en un entorno amistoso.
El texto original (en inglés) lo tenéis aquí (ignorad la advertencia de seguridad).
Y, por supuesto, yo estoy allí, en el instituto, a todas horas. Muchas veces no puedo garantizaros «nada» que os quite el agobio, pero algo se nos ocurrirá para suavizarlo, eso seguro.
Bueno, Carmen, espero que te apliques en esto no «también» -léase «tan+bien»- sino «sobre todo» . Si lo haces, obtendrás una rentabilidad que ni sospechas en todo lo demás que pones en este ¿juego? de aprender.